En pocos días, su vida cambió rápidamente y de la relativa tranquilidad de su Junín natal pasó al ir y venir constante que su flamante cargo le exige, con viajes a Buenos Aires y presentaciones oficiales entre otras cosas. Todo, antes de que el 8 de julio asuma formalmente y se suba al tren de representar a los docentes. Javier Guevara llegó lejos en la militancia gremial a la que se sumó hace seis años para convertirse, el miércoles, en el nuevo secretario general del Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación (SUTE).
El hombre de 45 años, no obstante, no es un improvisado y su discurso es sólido y bastante parecido al de un político con más años de experiencia. Al parecer, su título de licenciado en Ciencias Políticas, su trabajo previo en el área social y el apoyo de sus compañeros de la lista Celeste son un sostén importante.
También lo es Gustavo Maure -entre otros colegas del sindicato- de quien Guevara no reniega como especie de figura omnipresente y eterna dentro del gremio docente.
“Lo que Maure hizo en el SUTE ha sido muy importante y hoy es un referente nacional en Ctera”, define Guevara y agrega que eso beneficia al sindicato desde el punto de vista institucional. “Nos permite tener a alguien que defiende, en la Nación los intereses de la provincia”, explica quien se define como producto de la educación pública, a la que pretende defender.
Con respecto a la injerencia de Maure dentro de la agrupación Celeste, Guevara rescata los mecanismos de debate y consenso para tomar decisiones. Algo que, dice, primó a la hora de su elección como candidato a secretario general. Por este motivo, no tiene miedo de que le pase lo mismo que a Eduardo Franchino -el ex secretario que fue destituido en enero por su propio grupo-.
“Estoy muy consustanciado con el proyecto de la Celeste Nacional y no tendría planteos contrarios. Además, soy una persona que busca consensos para avanzar. Me gusta trabajar en equipo y creo que hemos logrado un buen grupo de trabajo”, declama quien dirigirá el destino de los docentes durante los próximos tres años.
Su llegada al poder se da después de una reñida elección en la que votó alrededor de 60% del padrón y en la que sus principales competidores (los de la lista Lila) quedaron -al menos hasta que se den los resultados definitivos- a escasos cuatro puntos (38 a 34%). En lugar de pensar en una especie de voto castigo, la lectura de Guevara es positiva. No sólo porque considera que la mayor cantidad de votantes legitima a la lista ganadora sino porque dice que en 2007 superaron al resto por 250 votos y, ahora, son 400 sufragios de diferencia.
En los últimos tiempos, el SUTE se ha caracterizado por tener un buen diálogo con el gobierno de Celso Jaque. “Ha costado bastante pero hay que recordar que aún no está todo resuelto”, admite el secretario electo. Y enseguida le avisa al Ejecutivo que un proyecto de ley espera en la Legislatura para equiparar las asignaciones familiares provinciales con las nacionales.
La lista Celeste apoyó la designación del director general de Escuelas, Carlos López Puelles, y fue entonces cuando se terminó de quebrar la relación con Franchino. “Creo que tiene intenciones de encaminar una gestión de política educativa que, al principio, había sido bastante errática”, argumenta Guevara. Su rescate del funcionario se basa en la intención de López Puelles de encarar temas como la titularización docente y la recalificación de zona de las escuelas (todavía en proceso).
El nuevo líder de los docentes advierte, no obstante, que falta bastante para lograr el anhelo de mejorar la calidad educativa y enumera la necesidad de tener menos alumnos en las aulas, bajar la edad jubilatoria y duplicar el básico.
Guevara cree que la relativa buena relación alcanzada con el Gobierno no se traduce en haber dejado de lado la lucha y el tono combativo que ha caracterizado al gremio, como le cuestionan. Para él hay que separar estrategias y tácticas. Las primeras son los objetivos y no cambian mientras que las segundas son las medidas que se utilizan para conseguir lo que se quiere y van variando de acuerdo con el marco histórico de referencia.
Así, no se hace cargo del estigma que últimamente pesa sobre el sindicato por ser supuestos “amigos” de los gobiernos nacional y provincial pero rescata la importancia de las paritarias como espacio institucional de negociación con la patronal.
“Eso no significa que también se puedan aplicar medidas de acción directa como paros o movilizaciones cuando el Gobierno no escucha o no está a la altura de la circunstancias”, dice para cerrar el tema.
